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domingo, 21 de octubre de 2012

David Copper - Cuentas pendientes (2009). Entrevista a David Copper.

EL ARTISTA

Cuando encontró aquella guitarra española a la que faltaban un par de cuerdas seguía siendo un chaval de su ciudad y de su barrio, pero al que la música no sólo daba banda sonora a las fiestas o a las tribulaciones de adolescente. Era ese “algo más” que algunos de los que leáis esto también habréis sentido, ese algo más que te lleva a querer hacerla tú. Al principio la misma que oías, después algo tuyo, una forma de expresión del malestar, la alegría o lo que sea que se sienta a esa edad. Después de esos primeros grupos de amigos que irremediablemente acaban  en desastre, su tendencia a la introspección  le llevó a vivir la composición como una actividad obsesiva y solitaria, esa forma de reflexión, expresión de ira o simplemente conversación “con nadie” que a tantos nos ha hecho madurar de otra manera.

Y aquí llega otro momento difícil, que otros lo sepan, hay que interpretarla, hay que tocar, hay que arriesgarse a que te pongan a parir por blando o melancólico, hay que buscar el aplauso, propio y de extraños. Y llegó Sweeten, una banda en la que asume la composición y un segundo plano como guitarrista y vocalista. Prueba el agridulce sabor de compartir su interior con otros, el reconocimiento y la crítica. Esto puede funcionar... Como una evolución natural surge Chesh, un proyecto ilusionante fruto del encuentro con la vocalista británica Caroline Cheshire y diversos músicos que se van sumando entre los que destaca el consolidado guitarrista y multiinstrumentista Jesús Parra. David continúa llevando el peso de la composición, destacando el empleo del inglés, no por la moda del momento en el “indie” si no por ser una exigencia natural por la raíz de Chesh.  Su frenética actividad compositiva, y distintas circunstancias le llevan a emprender un camino más intimista y experimental, en el que pasa a primer plano como intérprete, creando Stereoland junto al baterista Jaime Pintor, rescoldos de Sweeten. Música inmediata, con mucho local, energía e ilusión primigenia. De todos estos senderos se graban algunos trabajos que prometen pero sin un cuajo formal.


EL DISCO

De vuelta pero poco a poco hubo que sentarse, revolver en los inicios que aún respiraban con el botón de la pausa liberado, a la lengua madre con la que pasó cinco años entre cuatro paredes antes de consumir todos esos proyectos haciéndose al oficio de escribir canciones, tirar de acústica y quedarse solo otra vez. Vienen años duros de actuaciones frecuentes por la capital tras su paso por un taller de SGAE a un modo “cantautor” que curten pero llenan sólo a medias, y primeras grabaciones como la de un recopilatorio con las bandas segovianas más representativas por los Derechos de Igualdad en el que es elegido para presentar el proyecto. Todos estos años, las distintas formaciones y giros de volante le llevan a una manera de componer cada vez más necesitada de una forma digamos “de un grupo de a pié”, de lo que supone ese dialogo con los músicos para conseguir dar forma y estar al servicio de la canción por encima de lucimientos personales, y con una energía proyectada para una vida cada vez más ligada con la música.

David Copper - Cuentas pendientes (2009)

Las letras son inteligentes pero no intelectuales; no es una música para la fiesta o la escucha fácil, es una música para el día después de la fiesta, para la tarde, ya tarde, de después del curro, y tal vez, para que algunas noches no se hagan tan largas. Está bien que la música divierta, pero hay muchas formas de hacerlo. La melancolía, la nostalgia o la mala leche son formas de entender “lo divertido”, aunque siempre, erróneamente, acaban asimilándose con lo triste.

Influencias, ya sabes, lo que has ido oyendo te marca, a veces lo sabes y a veces no, (“esta guitarra suena como...”, “me recuerda a...), lo que suele ser el comedero favorito de los críticos. David compró su primera acústica tras caer rendido al The Bends de Radiohead, sopló sus primeras armónicas bajo el influjo del Harvest Moon de Neil Young, y paseó entre las teclas de los pianos de Waits que cantaba al corazón de la noche del sábado. Escucha y escuchó a Pretenders, a Los Secretos con Los Problemas de Urquijo por bandera, a Antonio Vega que con ese No me iré mañana se quedó con él para siempre, a Elliott Murphy que vivió a la sombra del “Boss” o Petty... música con predominancia de guitarras en sentido amplio, con letras cuidadas, de raíces americanas mayormente. Nunca se sintió de los Stones ni de los Beatles, pero es del Atlético lo que tal vez explica algunas cosas, y aprendió a tocar siguiendo canciones que sonaban en la radio de los primeros Duncan Dhu, Gabinete o La Frontera... por más que nunca se pusiera límites a la hora de escribir sus propias canciones.


El resto de este comentario es cosa tuya. Pero si recorres su primer trabajo, Cuentas Pendientes, entenderás que probablemente todos los discos no grabados durante esos años se han dejado una parte dentro de alguno de sus cortes. Puedes hablar bien o mal de él, con respeto casi todo tiene su encaje, y al menos tras dedicarle una escucha sin que nada se te cruce por medio. En poco más de media hora podrás entrar a debatir cualquier cosa excepto que lo que ahí suena, es de verdad.


LA ENTREVISTA

Se nota que a David Copper le gusta Country Folk Rock, el American Rock, y el sonido de los 70, pero ¿cómo consigue David Copper sonar en Cuentas pendientes (2009) con la calidad como lo hace, siendo tu primer disco?
Bueno Josechu, antes de nada agradecerte tu apreciación. Supongo que para empezar, parte de eso tiene que ver con ser bastante exigente con uno mismo. Tal vez el recorrido en otros proyectos anteriores que no se concretaron por más que sirvieran de aprendizaje, me llevó a parar ahí más tarde de lo esperado, me refiero a concretar un primer trabajo definitivo y formal, olvidando grabaciones de otro carácter.
Lo que te quiero decir con esto, es que tenía cierta sensación de haber gastado demasiado tiempo, y que en este empeño no podía haber medias tintas, había que acertar e intentar liar un disco grande de verdad.

¿Y cómo se hace eso? Pues en parte procurando tener  las cosas lo más claras posibles. Y los medios en su medida también, técnicos y por supuesto humanos, pues tanto los músicos que me acompañan habitualmente como las colaboraciones, dieron un aire al disco que de otra forma no habría conseguido.

Y luego o mejor dicho, antes que todo lo demás están  las canciones.
Soy de los que pienso que ya te puedes ir a grabar a Nashville con los mejores músicos de sesión que si un disco no tiene “canciones” da igual que suene como los ángeles.
Así que rompí la hucha y crucé los dedos.

El tener una avanzadilla con una grabación previa que iba para E.P. pero se quedó en el camino, creo que ayudó bastante también. De hecho conocí a Dany Richter, que acabaría grabando y aportando su  parte con la producción del disco en la mezcla de Kilómetro cero. Tuve claro desde el primer momento que era el lugar y la persona en la que iba a confiar, y creo que no me equivoqué.


Las canciones de Cuentas pendientes (2009) son exquisitas y elegantes. Suena a Folk, con muchas influencias del Rock, con aire Country, y un poco de Pop, con cierto aire emotivo y evocador, pero emocionante, ¿cuáles tus referencias e influencias  reales más directas?
Gracias de nuevo. Las influencias dan para un par de cafés al menos, son diferentes y en ocasiones incluso pueden chocar... Todo lo que escuchas o percibes de una manera u otra, todo lo que te provoca una emoción o placer te va marcando. Si nos centramos sólo en la música, puedo decirte que recuerdo mis primeros acordes en la guitarra siguiendo canciones de Duncan Dhu, Gabinete, La frontera... que me caló sobremanera la forma de sentir y hacer de Enrique Urquijo y Antonio Vega, cositas de Rosenvinge, el oficio de gente como Lapido más allá de 091 también o Diego Vasallo en solitario... no sé, eso tal vez por el lado patrio, porque luego está mi vena americana en la que podríamos estirar la convocatoria.

Los pianos y ambientes de Tom Waits, la cosecha de Neil Young, el maestro Dylan, gente como Elliott Murphy a la sombra de Petty o “el Boss”, Pretenders, grupos como los Jayhawks, Cowboy Junkies, Lemonheads, Nada Surf, Whiskeytown antes de coronar a Ryan Adams... y luego discazos de gente como Damien Rice, Wilco o Lucinda Williams...

En el lado británico también se salvan algunos imprescindibles como los primeros Radiohead, Lowgold, Gemma Hayes... pero podría hacer un serial y no es plan de estirar como una goma cada respuesta. 


¿Por qué has elegido el título de  Cuentas pendientes para tu  último disco?
Eso es más rápido de contestar pues se basa en la primera respuesta.
Sobre todo porque después de tanto recorrido, el que hubo previo a quedarme sólo con esta historia y el que sufrí o disfruté después hasta llegar a grabarlo, hizo que se convirtiera por momentos en una auténtica cuenta pendiente para mí, y me llevó a acumular las suficientes situaciones con propios y extraños como para que muchos de sus cortes sean a su vez pequeñas cuentas pendientes ya saldadas, al menos en parte. 

En Cuentas pendientes encontramos canciones de Pop Rock melódicas, frescas, con cierta tendencia a la canción de autor, con algún tema que suena nostálgico, pero siempre brillante y evocadores. Trabajas mucho las canciones tanto en la parte melódica como en la lírica … ¿Cómo creas tus canciones? ¿En qué te inspiras para ello? ¿Cómo las trabajas con la banda?
No es que tenga un método fijo, pero por lo general casi siempre llegan antes las melodías, y para eso tienes que estar con la guitarra o el piano cerca. En ocasiones surge la música como por arte de magia, casi de la nada, pero son las menos, y frases sin saber muy bien de dónde que intento recordar o apuntar para reconducir después... pero de un tiempo a esta parte procuro no escribir nada si no tengo una melodía que merezca o al menos sienta que vale de verdad, aunque tal vez eso limite en parte la creatividad.

De cualquier forma la relación con el instrumento debería ser diaria, nunca sabes en que momento vas a enganchar esos tres o cuatro acordes que te vuelvan a sorprender para encender de nuevo la mecha.

Yo a mi pesar no consigo esa frecuencia, e incluso siento cierta envidia de la gente que se levanta y puede coger la guitarra un rato a ver qué pasa... la mañana en ocasiones te aporta una frescura que por lo general es imposible encontrar refugiándote en las noches.

Sobre las fuentes es simple, sobre todo teniendo en cuenta que no escribo canciones para hacer discos y sí más bien como modo de vida. Así que la inspiración tiene que ver con el aire que respiro, con radiografías de estados de ánimo, sueños, sentimientos y obsesiones, en clave real u onírica, con acompañamientos acústicos en unos casos y más eléctricos en otros… paisajes sonoros visitados a través de un viaje en primera persona o al que accedes a través de un buen libro, una película e incluso un cuadro… nubes y claros en cualquier caso como la vida misma.

Y en cuanto al trabajo de las canciones con la banda, en ocasiones les envío alguna grabación casera previa con algunos arreglos si es que lo tengo claro, aunque para ver las reacciones lo mejor es probar directamente en el local y después dejar a cada uno que aporte lo que vaya surgiendo. Es un momento muy agradable ese de ver que los muchachos se entusiasman con la llegada de un nuevo tema y se genera cierta ilusión... El no tener una banda estable tampoco mecaniza el sistema, pero cuento al menos con la base rítmica de dos tipos que están al pie del cañón y de los que me puedo fiar, que no es poco.


¿Qué expectativas has puesto y que respuesta has tenido de Cuentas pendientes? Está claro que ha nacido con vocación de hacerse grande, ¿no?
Pues sí, esa era la intención inicial, y disculpa si te hablo un poco mirando por el retrovisor en esta respuesta. Más que nada porque desde que lo grabamos y conseguí editarlo ha pasado tiempo suficiente.

Tiempo que al menos ha servido para corroborar que las canciones envejecen bien, que no tienen fecha de caducidad en el lote y que en general aunque siempre hay cosas que piensas se podrían haber mejorado, es un disco que no te saca los colores cuando lo escuchas después de una buena temporada sin hacerlo.

Por eso tal vez, yo esperaba que este trabajo, fuera la llave para algunas puertas que siguen sin abrirse. Esperaba que me pusiera un poco más en órbita si puede decirse, o en la carretera vamos… hay noches que tuve la sensación de hacer canciones para viajar a ninguna parte. Esperaba también que conseguir la mención en la columna del diario local por el redactor de cultura de turno no fuera una utopía, y que para presentarlo al menos en mi ciudad de una forma menos convencional de lo habitual no encontrara tantas piedras, y que sonar en algún programa de la radio pública sin contactos, agencias o compañías por medio tampoco resultara tan complejo… y entre todas esas cosas y alguna más, esperaba sobre todo recuperar buena parte de la inversión que supone una autoedición de estas características para a estas alturas haber podido liar ya una nueva entrega.

Pero bueno, la respuesta que me llevé al menos de la mayoría de la gente que tuvo la oportunidad de escucharlo en directo, incluso antes de hacerse con la copia del disco, fue bastante satisfactoria. Supongo que de alguna manera eso nos indica el camino a seguir, y como rezo en Aviones, “…hay un dulce en el sabor de la derrota”, pero tampoco me lo quiero tomar así, ni mucho menos. Hay que intentar ver la botella medio llena siempre que sea posible.


Las canciones están interpretadas en castellano, cuando parece que en el panorama de la música actual está de moda hacerlo en inglés ¿te los has planteado en algún momento?
Bueno, alguna noche me he planteado hasta vender mi alma al diablo y en esas se me pasó por la cabeza lo de volver al inglés… (risas), es broma.

Está claro que el inglés te abre otras vías, y por descontado que el aire que por lo general destilan las canciones se presta a ello, pero me siento bastante más cómodo expresando en la lengua madre, sobre todo cuando por ese lado me interesa tocar más lo emocional que lo lírico. Y entre otras cosas porque creo que la gente que escribe en inglés sin dominar el idioma es difícil que tenga la capacidad de transmitir realmente lo que siente o le apetecería en plenitud. Yo escribí canciones en inglés una buena temporada y no por capricho, pues aunque había empezado con el castellano, en mi primer grupo era casi obligado y cuando estuve con Chesh imperativo por tratarse de su lengua natural, e incluso he reciclado alguna canción de esa etapa y la incluyo en las convocatorias pues de alguna forma aporta también algo diferente.

¿Cuáles son los planes de David Copper para lo que queda de 2012 y principio de 2013?. Suponemos que girar el disco por salas y festivales, ¿pero algo que puedas adelantarnos?. ¿Eventos importantes? ¿Para cuándo nuevo disco?
Pues mira, con sinceridad para estos últimos meses del año la prioridad es recibir de la mejor manera la llegada de mi primer hijo que está a la vuelta de la esquina, el primero de carne y hueso claro, que tampoco hay que olvidarse del que estamos hablando, e irme adaptando a ese nuevo medio cuanto antes, pues es el único “festival” importante de verdad al que estoy invitado de momento.

A partir de ahí para comienzos del nuevo año más o menos si las cosas marchan bien, confío en retomar la grabación de algunas canciones que tengo aparcadas para asociarlas con otras que registramos durante este, y con algo de fortuna poder ofrecer una nueva entrega antes de que la gente se olvide de nosotros.


¿Crees que el mundo digital va a acabar con el mundo de la música tal y como lo conocemos hoy?  ¿Cuál es el futuro del músico?
¡Uff! El futuro del músico es sobrevivir en el alambre si no pretendes hacer demasiadas concesiones, tener paciencia si crees que lo que haces vale la pena lo suficiente como para no tirar la toalla en mitad de la pelea manteniendo cierta integridad y por supuesto, trabajar duro para obtener el mejor material posible intentando aprender de los que lo hacen mejor que tú. Es una pregunta con variables de todas formas, o al menos que daría para un pequeño debate, pues está claro que dependiendo del carácter o la orientación de cada músico el futuro puede parecer más o menos oscuro. Hemos llegado a un punto en que no vale con ser un brillante compositor o digno intérprete porque además tienes que abarcar determinadas parcelas como el sonido, la imagen, la contratación… para las que ya están otros profesionales. Yo creo que he demostrado parte de lo mejor que sé hacer con este disco, y si me apuras también lo peor, pues si por norma me tengo que pasar más de tres horas al día pegado a la red para posicionar mi producto o colgado del teléfono vendiéndome cual mánager de turno lo tengo crudo, entre otras cosas porque además de la falta de tiempo para abarcar esa tarea, te aseguro que no me siento capacitado. Pero bueno, con independencia de todo eso hay que intentar seguir tocando y si es posible buscar interacciones con músicos de otros lugares para que salir a enseñar lo tuyo con cierta frecuencia sea sostenible.

En cuanto a lo del mundo digital supongo que ya empezó a devorarlo, pero se lo dices a alguien que se quedó en el discman como último reproductor portátil así que… no tengo mp3, ni iPod, ni teléfono de última generación, supongo que para eso me considero un tipo del siglo XX que a noche de hoy no concibe asociar sus canciones fuera del formato clásico del álbum que además de escucharse se puede tocar, leer y ubicar después en la estantería de turno. Intento creer que el futuro del músico no se centre únicamente en el acceso masivo a internet y la telefonía móvil, pero reconozco de cualquier forma que ese sentimiento de pertenencia en cuanto a lo tangible con la música, es muy probable que pase definitivamente a mejor vida con el tiempo.


Viendo el panorama del fin de semana en cada ciudad, con una grandísima oferta de conciertos, ¿es cierto que parece que hay una nueva era dorada de los directos?
Bueno, creo que ante todo, últimamente hay una oferta de grupos y solistas exagerada que en parte provoca la necesidad de habilitar espacios para dar la opción de mostrar lo que se cuece ahí. Es cierto que de un tiempo a esta parte se ha relacionado la caída de la industria discográfica y las compañías con el incremento de actuaciones en directo por parte de los artistas, pero ese cerco tan sólo hace “buenos” a unos cuantos. Yo alucino con la cantidad de festivales que se organizan ahora, aunque si te paras a mirar las programaciones dejando a un lado los de género muy marcado o los grandes que venden su particular cabeza de cartel, muchos de los nombres que coinciden una y otra vez lo hacen un pequeño coto privado. Luego queda lo de siempre, pelear para conseguir unas mínimas condiciones que te permitan llevar a un par de músicos contigo y que no te cueste dinero cada vez que sales a la carretera, o que por aquí te siga contando el del garito de turno que “los de Madrid lo hacen más barato y que vienen por la cena y las copas…”. Personalmente yo creo que en el último año y medio he tocado menos que nunca, pero eso obligaría a una reflexión más reposada.

¿Cuál ha sido tu  mejor momento/recuerdo en la música?
Con esto es parecido a elegir en la miscelánea, pero bueno, creo que todos los bautismos merecen recuerdo, es decir, el primer concierto, la primera maqueta o cuando pisas un estudio para registrar una canción...

Con este disco en particular además de algunos buenos directos, recuerdo el último día de grabación como algo especial por toda la tarea que habíamos acumulado en la jornada anterior y como acabamos resolviendo sobre la hora. El gustazo de decidir el partido en el tiempo de descuento, ya sabes.

Pero por encima de todos ellos me quedo con el proceso inicial, el de parir la canción, ese momento en el que aún no la tienes del todo y te sigues peleando con ella, en soledad, o cuando la pruebas en la intimidad de tu habitación con el borrador entre las piernas y consigues que te emocione, y te falta tiempo para empezar a maquetarla. Luego de alguna extraña manera todo se va minimizando.

Cuando después como ha ocurrido alguna vez, se acerca una persona tras tocar la canción para decirte que has radiografiado una pequeña parte de su vida o la ha sentido suya por momentos es muy grande también, aunque me parece que sería imposible llegar ahí si antes yo no he experimentado algo parecido.

Supongo que en definitiva eso es lo que me hace sentir mejor dentro de este mundillo. Aplicando un estribillo de Drexler para resumirlo e ir cerrando, amar la trama más que el desenlace. 

David Copper - Kilómetro Cero (2012).


MISCELÁNEA

¿Podríais decirnos…

...un libro?:
El último encuentro (1999) de Sándor Márai.

...una película?:
Walk the line (2005) de James Mangold.

...una canción?:
Esperando nada (1991) de Antonio Vega.

...un álbum?:
Closing time (1973) de Tom Waits.

...un grupo o solista?:
Ryan Adams.

Muchísimas gracias por vuestro tiempo y enhorabuena por tu música.
No, gracias a vosotros por la oportunidad que supone llegar a toda la gente que sigue Histéricas Grabaciones y servir de amplificador para los que no tenemos demasiada facilidad en dar a conocer nuestro trabajo. Espero que nos veamos con más canciones por medio para escuchar y comentar.
¡Salud!
David Copper

1 comentario:

  1. para cuando el siguiente? lo estoy esperando...felicidades!!!

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